Ahora que tengo un blog y al menos dos lectores seguros de mis post me siento en la obligación de mostrarles algo más, empezaré esta entrega contándoles la historia de Parque 5.
Resulta que vengo de una ciudad en la que las calles , en el lenguaje cotidiano , no tienen nombres rimbombantes ni patrióticos , ni mucho menos heroicos , en este rinconcito del norte del Perú las calles y las avenidas son sobrias , así como el sabor del pisco puro.
En Talara , las avenidas se llaman A, B , C , D , E , F , G y H y los parques , pequeñas agrupaciones de casas traseras a las avenidas se reconocen por números que van del 1 al 70. Así en una de estas combinaciones mágicas está mi casa que va más allá del número 40 y la de mi abuela que se situa en el 5.
Allí , en el hogar de mi abuela , aprendí que las cosas que te cuestan mucho esfuerzo siempre valen la pena , como aprender a montar bicicleta y llevarte un diente por delante o mancharte toda la ropa con la leche de la almendra para saborear ese coquito diminuto que descubres en el interior. Yo, creo firmemente, que aquí formé el 50% de mi personalidad , aprendí a levantar mi voz de protesta cuando era necesario y a disfrutar del olor de los botones de las flores...
Es por eso, en memoria de los buenos momentos que dedico lo mejor de mi pluma al parque 5 .
Es por eso, en memoria de los buenos momentos que dedico lo mejor de mi pluma al parque 5 .
on 16:09
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